Lo que son las cosas. El que más y el que menos se estaba llevando las manos a la cabeza tras el empate del Mérida el sábado pasado en Pueblonuevo de Guadiana, lo que dejaba en manos del Extremadura la posibilidad de meter tierra de por medio sobre el segundo clasificado. Pues bien, dos empates consecutivos de los azulgrana –el último en Zafra-, ha posibilitado que la trabajada y merecida victoria del Mérida ayer en Plasencia (0-2) signifique la reconquista romana del liderato de Tercera División. Y además, en solitario.
El equipo emeritense no supo que era líder hasta cinco horas después de acabar su partido en la capital del Jerte. Sin embargo, escuchado el pitido final de Rangel Merchán, aficionados y jugadores celebraron el triunfo como si el liderato ya estuviera en bolsillo.
Que mandar a la UPP a la lona iba a ser muy complicado era un pensamiento que subyacía en la mente de los jugadores emeritenses desde los ejercicios de calentamiento. Y con ese máximo respeto afrontó el partido desde el minuto 1. Respeto al equipo rival y al estado del terreno de juego. No le favoreció ni el torrente de lluvia caída durante la madrugada. Ni tampoco que hubiera partido de División de Honor Juvenil el día antes. Ponderables que los dos equipos habían asumido y como tal decidieron ponerse el mono de trabajo en la misión de hallar los tres puntos.
Zafarrancho de combate que en los primeros instantes se saldó con dos damnificados. Las cabezas de Pedro Gilarte y Borja fueron a coincidir en tiempo y espacio y su encontronazo los relegó a la banda con sendas brechas. Eso fue lo más reseñable de unos primeros minutos de tanteo sin ningún dominador claro. Joaqui Flores desató las hostilidades en el minuto 10. Su remate, que acabó en el fondo de las redes, acabó anulado por colgarse en la espalda de David Albarrán.
Con el transcurso del tiempo, el campo cada vez ofrecía menos resquicios para la triangulación. En ese escenario los que mejor se supieron mover fue la gente con experiencia, ya fuera el local Borralo o los visitantes Joaqui Flores o Perera. El oliventino, uno de los mejores de su equipo, disfrutó de la siguiente oportunidad en un doble remate que se fue al lateral de la red. Posteriormente, el propio Perera lo intentó de lejos en un disparo que se marchó muy desviado.
Ese fue el escaso bagaje de ambos equipos durante la primera media hora, en la que el Plasencia apena se acercó con tiros lejanos de Borrallo y Sota que no inquietaron a Manu. Tampoco era para preocuparse, ya el conjunto unionista tenía bien maniatado a su rival a base de concentración y seriedad defensiva. Una concentración que parece desaparecer en los minutos finales de cada periodo. Son innumerables los puntos que ha perdido la UPP en la recta final de cada mitad y ante el Mérida no podía ser menos. Toni empezó a dar forma al gol tras controlar con el pecho y mandar un zurdazo al poste. Treinta segundos después, con la zaga local recomponiéndose del susto, Johnny conectó un centro desde la izquierda a modo de misil teledirigido y, esta vez sí, Joaqui Flores ganó la espalda de David Albarrán sin colgarse en ella y su cabezazo se coló al ras de la cepa del poste (0-1, minuto 41).
El guión para el Mérida transcurría del modo previsto. Había conseguido adelantarse en un partido de exigencia y ahora era de administrar la renta. En este sentido, su salida al campo coincidió con sus minutos más fríos. La UPP lo aprovechó para hacer trabajar a Manu. Primero, con una falta de David Albarrán con querencia a la escuadra. Y en el posterior rechace y centro de Albarrán al segundo palo, Luismi erró a quemarropa uno de esos remates que no suele perdonar.
Alcázar decidió entonces que era hora de agitar el banquillo y dar entrada a músculo fresco entre 22 jugadores desgastados. David Camps fue el elegido. Y a los 20 segundos de su estancia sobre el terreno de juego, mandó un disparo cruzado al poste. Fue el inicio de una recta final presidida por la falta de rigidez en los esquemas, pero eso solo favoreció al Mérida, que poco a poco fue encontrando más huecos hasta que, a cuatro minutos para el final Jesús Perera se marcó un autopase desde el centro del gol y, ya en el mano a mano, regaló el gol ante la llegada de David Camps (0-2).
Abrazos, aplausos y gritos de júbilo ponían de manifiesto la dificultad de lograr los tres puntos en Plasencia. En el lado contrario, un Plasencia al que sigue inmerso en su particular agonía y que se acerca peligrosamente a los puestos de descenso. De momento, ya sólo está dos puntos por delante del farolillo rojo.
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