Pesadilla en Vic. El Extremadura Plasencia consumó su quinta
derrota seguida ante un rival directo en la lucha por la permanencia (81-61) y
empieza a asumir que su destino es el descenso. Abultadísimo varapalo que deja
al equipo placentino al filo del precipicio. Solo un inesperado accidente
deportivo impedirá que juegue el próximo año en la Liga EBA.
Incluso, el Plasencia perdió el average de +14 con el que
Plasencia viajaba a tierras catalanas. Y en los últimos cinco minutos, parece
que a pocos les importaba. De esta forma, en las cinco jornadas restantes,
tiene que esperar a que el Universitat de Vic coseche dos derrotas más que los
extremeños. Es decir, si gana tres partidos, el Plasencia tendría que ganar los
cinco. Las matemáticas aún son posibles, pero las sensaciones son terribles.
El Plasencia puso un pie en el descenso el día que Roberts y
Morgan tuvieron que regresar a Estados Unidos a por el visado de trabajo. Y
puso el otro pie cuando la directiva se empeñó en esperar a ambos (Roberts ni
está ni se le espera) y remendar su ausencia con el fichaje de Stefan
Radosavljevic a pesar del dictamen desfavorable del entrenador. El serbio solo
jugó 02:18 en Vic.
El Plasencia juega casi sin pívots y los rivales se sienten
como en un spa. Eso condiciona todo. Sin jugadores que temer por dentro, los
rivales se preocupan más en poner trabas en el perímetro. Y Rafa Sanz, que pasa
de Radosavljevic, poco puede hacer con dos 3,5 como Morgan y Mario y un 5 como
Mayot, más tierno que un queso de Burgos.
Con un equipo como el Universitat de Vic que propone un
correcalles, el Plasencia solo pudo alcanzar su paupérrima media de anotación
en esta fase de permanencia: 61.
Y eso fue cuando el Vic levantó el pie del acelerador,
porque la primera parte fue sonrojante. El Plasencia tuvo pilas hasta el 16-16,
que coincidió con la entrada de los kilos de Fornals. A partir de ahí, los de
Rafa Sanz fueron aniquilados, con un parcial demoledor de 35-5 en pleno
desbarajuste técnico-táctico: 51-21 al descanso.
El Plasencia dio señales de dignidad en la segunda parte con
una presión a toda cancha. Con 69-51 parecía que tenía intención de ganar el
average. Nos equivocamos todos. El partido se diluyó entre intercambio de
canastas, juegos de malabares y alguna antideportiva.