Tomás Cavallero: del Boca Juniors al confinamiento en Plasencia
El caso más curioso es el del baloncestista de Buenos Aires. Llegó a Plasencia el 25 de febrero, debutó con victoria el sábado 29 en casa ante el Cazorla (84-79) y volvió a repetir triunfo en Mijas el sábado 7 de marzo (74-83). Y eso fue todo. El inicio del confinamiento y del estado de alarma acabaron con la esperanza de seguir viendo en acción a una de las grandes joyas del basket de Argentina.
Y es que su fichaje resultó llamativo a propios y extraños. Con solo 21 años, Tomás Cavallero ya sumaba cuatro temporadas en el primer equipo del Boca Juniors, uno de los tres grandes de la liga nacional de básquet junto a Ferro Carril Oeste y Atenas de Córdoba. Además, había participado con Argentina en el Campeonato del Mundo 3x3 Sub-18 de Kazajistán. «Quería salir de Argentina porque la formación del jugador joven desaparece en el profesionalismo y se piensa más en lo táctico y en ganar el partido siguiente», reconoce Tomás Cavallero.
A través de Juanjo Bernabé, histórico del Plasencia Ambroz y del Cáceres CB, decidió que era hora de saltar el charco y seguir progresando en España. Cuando aterrizó, se encontró cerradas las puertas de equipos LEB. Las únicas plazas disponibles estaban reservadas para americanos o jugadores con más experiencia. De esta forma, a través de la conexión extremeña de Juanjo Bernabé, decidió aceptar la opción de Adepla, más allá de que fuera un equipo EBA y estuviera jugando la fase por la permanencia. Los 28 puntos y 27 de valoración en Mijas dan buena muestra de su potencial. «La intención no era venir a EBA, pero las cosas se dieron así. Igualmente me ha sorprendido el nivel de la liga, no es fácil tener una cuarta categoría con esta calidad. También me ha gustado el perfil del Adepla, un equipo muy joven y con chicos con mucho talento», decía Cavallero.
Cuando los sucesos se sucedieron tras el 8 de marzo, apenas hubo tiempo para reaccionar. Primero se cerró la liga. Luego, se cerraron las calles. «Decidí quedarme en Plasencia con la esperanza de que se pudiera reanudar la competición. Luego, en familia, acordamos que lo mejor era quedarme en España, porque pasar por el aeropuerto de Madrid era correr mucho riesgo», asume el jugador.
En el inicio de la cuarentena, los días se hicieron muy largos. Luego, decidió tomar una actitud más proactiva. «Al principio quise acortar los días, dormir más... pero no me servía, me aburría mucho. Así que empecé a trazar rutinas de estudio y de ejercicios con pesas y bandas elásticas, implicarme en actividades que llevaran más tiempo como la cocina, aunque hay que tener cuidado con las calorías».
Lógicamente, la comunicación con la familia es esencial para sobrellevar el aislamiento. «En Argentina se han tomado buenas medidas viendo lo que ha sucedido en España e Italia. Lo que pasa es que allí no tenemos los recursos si el virus nos golpea tanto como en España. Por eso tenemos a mis abuelos más encerrados que a nadie».